El exohombre de cara al futuro


Cómo será el futuro del hombre?

El futuro del hombre será sin humanos.

Estamos en un proceso de evolución en el que nos aproximamos lentamente, en términos de tiempo humano, a un quiebre, un cambio radical, una trasformación de la experiencia de vida que hoy llamamos ser humano.

Todavía no están claros los parámetros con que llegaremos a diferenciar a la especie actual de seres humanos ni si será posible decir el punto exacto en el que la transformación haya tenido lugar, pero llegará el tiempo en que las diferencias serán tan claras que ya no podremos seguir llamando a ambas de la misma manera.

Intuyo que el desafío evolutivo está relacionado con superar los vínculos, todavía dominantes, de los antepasados animales, en los que la supervivencia está signada por el instinto de transmisión de la propia genética por el simple hecho de ser propia por sobre  cualquier otra valoración. Actualmente es claro que el individualismo es uno de los principales responsables de los desequilibrios en todos sus aspectos,  la relación entre los hombres,  entre estos y su medio y al fin de cuenta, y como consecuencia directa de lo anterior, el desequilibrio del hombre consigo mismo. 

El animal mantiene sus relaciones en equilibrio en base a su incapacidad de entenderse a si mismo como algo independiente del todo, su instinto le signa todas y cada una de sus acciones; desde sacrificar las crías de su nueva manadas con la genética de su antecesor líder pasando por someter a un breve pero cruento proceso de descuartizamiento y deglución de sus presas aun vivas hasta aceptar que una deficiencia física es suficiente motivo para ser segregado del grupo dejando los escasos y costosos recursos disponibles para aquellos individuos con un porcentaje mayor de éxito en la exclusiva carrera por la continuidad de la genética de la especie en el tiempo. 

Para el animal no existe el futuro ni como realidad ni como posibilidad y por lo tanto sus acciones no deben ser coherentes con sus expectativas ni la de los demás, es su presente y todo su entorno se limita a ser accesorio a este. 

En el desarrollo evolutivo siempre se dio un proceso de dominio de un individuo sobre los otros de su grupo, un dominio del grupo sobre el entorno y sobre otras especies con la exclusiva regulación de la supervivencia; sin duda miles o millones de especies depredaron su medio hasta el hacinamiento absoluto y terminaron por extinguirse o por evolucionar en un proceso innovativo de supervivencia (isla de Pascua es un ejemplo donde además no está claro si los responsables del colapso fueron los rapa nui o las ratas), estos procesos se dan por la fuerza y la violencia sin límite ni evaluación de impacto futuro.

En otro plano muy superior en cuanto a dimensión de tiempo y espacio, la evolución de las galaxias, las estrellas y los planetas, a los que por diferencia de escala somos incapaces de asignarle una voluntad específica diferente de la de respetar las leyes físicas, la evolución no se diferencia en mucho del reino animal, el poderoso domina, altera y hasta destruye al débil en un continuo fluir... Quién pudiera tener dimensiones cósmicas para apreciar el nacimiento de una estrella y sus planetas o el colosal colapso de una gigante roja de la que nacerá un agujero negro.

Independientemente de cómo se llegó a esto, el ser humano se ha descubierto a si mismo como algo individual dentro del grupo, algo que tiene valor en si mismo y sobre esa base justifica su accionar, creyéndose capaz de comprender y manipular las infinitas variables en juego, arrogándose la responsabilidad de cambios y desconociendo su función básica como especie de preservación de los genes a la espera de que las características particulares de un momento en el tiempo entren en sincronía con el entorno para gestar un animal diferente; pero ese descubrimiento no le ha suprimido las características de dominio por la fuerza y uso indiscriminado de los recursos a su alcance.

El quiebre del equilibrio está dado por las expectativas futuras de si mismo, a quien quisiera entronar en el centro del universo eternizándose en esa posición, buscando permanentemente mecanismos que le permitan extender la vida y conservar las apariencias de un espécimen en la flor de la vida, luchando por eliminar todo proceso de selección que limitaría el número de individuos manteniendo a la población en equilibrio con los recursos disponibles.

Imagino el proceso evolutivo del hombre como la capacidad de terminar separando lo físico de lo intelectual, dando paso a una existencia etérea similar a lo que llamamos Dios en la que finalmente tendremos la capacidad de identificarnos como individuos que carecen de sentido en sí mismo pero que a su vez son parte indispensable para el todo. Un individuo sin instintos, ni de supervivencia ni de conservación.

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