Metrohormonas


¿Cómo pasó?, ¿Desde cuándo estamos confundiendo el precepto de defender la vida con el de defender MI vida?

Estúpida cuenta del hedonismo que se cree capaz de hacer por si mismo más de lo que podrían los demás.

El miedo sigue inmutable, pero coraje se ha transfigurado en cobardía y de la peor, no perro flaco y asustadizo sino lobo feroz que aúlla y afila los colmillos y los clava en cuanta carne fresca o podrida se le ponga en el camino.

Pero seamos sinceros, nunca el homo (sea habilis, erectus o neandertal) fue más que un animal, ¿por qué el sapiens tenía que ser diferente? Pulgar opuesto, capacidad de inventar el revólver, apretar el gatillo y dispararse al corazón.

En tiempo universal no somos más que fugaz destello de estupidez, ensayo de laboratorio (y de los que fracasaron) que de quedar registrado diría “extraña reacción endogoista tendiente invariablemente a la destrucción de su entorno incluyéndose a si mismo”.

En tiempo mortal apabulla la incapacidad de sumar rasgos positivos. Que todo tiempo pasado fue mejor no lo creo, pero que se extrañan actitudes honorables no cabe duda.

Vida es el proceso de hacer mientras se muere, vida es dar, vida es creer y creer hasta reventar.

No vida es ser cobarde, mezquino y trepador. No vida es regodearse con la abundancia propia en comparación con la escases ajena. No vida es usar el poder para que otros no puedan. No vida es no saber que el tiempo no existe.

Hacer “que” como si el tiempo fuera infinito, hacer “cuando” como si todo pasara en un segundo, hacer “como”…, hacer “como” que al final uno es su más duro juez, que no perdona apatia, antinomias ni languidez, pero que sobre todo no pasará por alto la cobardía y molerá huesos hasta convertirlos en polvo.

Metrohormona genera cantidades venenosas de endoegoismo transformando al sujeto en objeto, en desperdicio, lindo, pero inútil.

Terror al sufrimiento, al fin, al cambio. Pagaríamos con vida embalsamamiento eterno, pagaríamos por lo que gratis nos espera.

Terror que paraliza, como liebre iluminada en la oscuridad. Humanidad en suspenso, capacidad inagotable de informarnos, al límite de asemejar conciencia absoluta. Crisis, pandemias, despertador de la conciencia adormecida, ejercicio obligado de reflexión.

Bayoneta y miedo atravesaron a Cabral, pero nunca lo invadió el terror, nunca escapo en carrera despavorida de su destino. Él, como miles, ennoblecieron el término coraje.

Tiempo corriente tergiversa bayoneta en economía, inseguridad y enfermedad, a las que tenemos que ponerle el cuerpo para salvarle la vida a los otros, a los que quedan, a los que realmente importan que no son los individuos sino el conjunto.

Que miles mueran hoy o en unos años no cambia la ecuación. Que muchos entren en pánico, que aflore la cobardía y el modelo siga siendo endoegoista tampoco lo hará en el tiempo inalterable del universo, pero nos dejará un mañana cada vez más desagradable y difícil de digerir.

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