Ideas adoptivas

Si mal hace el reality en su horario habitual, peor aún lo hace a la hora de informar.

En espiral, como tornado, la vida real en TV se ha mostrado.

No somos distintos adentro que afuera, el raiting personal nos marea y si control de egocentrismo se hiciera, reteniendo el alma excedida, de cuerpos vacios lleno estaría el mundo que nos rodea.

La historia es el cimiento de nuestro presente, pero sólo como referente deberíamos tomarla. El futuro se hace acá, con más prepotencia que respeto, argumentando decretos que hasta los muertos descreen.

Sola, mi idea es huérfana, abandonada a su merced, que sin padres adoptivos que suya la hagan, morirá pobre y triste como ha nacido. Mas si en el otro, escondido, descubre tierra fértil, su potencial se acrecenta hasta hacerse independiente.

Ni tuya ni mía, la perfección, que es nuestra, sólo en el fondo se encuentra, tras largo descenso escabroso, en nuestro abismo intelectual.

100 días es nada si se trata de encaminar, el horizonte lo encontrará quien sepa mirar.

Caos no es desorden, como ruido no es opinión. La cacerola, aunque ya esté machucada, a la cocina pertenece. Cazo, cazuela o cacerola son elementos culinarios, el destino venturoso sólo con esfuerzo se logra, no trate de cosechar éxito si desinterés es lo que sobra.

Las ideas ordenadas del caos pueden nacer, pero es menester que continuidad les demos, más si sólo ruido hacemos volveremos a perder.

Si mi verso no le gusta, aunque sea un poquito, a reformarlo lo invito. No lo castigue al pobrecito, que la culpas no son suyas, lo escrito no tiene responsabilidad sobre mi falta de capacidad.

Sume su grano de arena, rebusque en su alacena, sea prosa, poesía o verso, seguro, aunque usted no lo sepa, allí escondida se encuentra. Vamos, no sea haragán, dele una vuelta de tuerca, que solo juntos tendremos futuro que sea pasado, futuro digno de recordar.

Disculpas pido, a quien sepa leer, por mi falta de idoneidad, juro dejar de hacerlo si no logro mejorar. Difícil es el arte de no plagiar, a mí se me contagia lo leído, pero ingrato lector soy, solo la idea recuerdo, más rara vez a su autor.

Si sosiego y armonía busca, que seguro no le he dado, no dude, vaya corriendo, Santos Vega lo está esperando, injusto usted sería, si habiéndome leído, no hace lo propio con el gran Rafael Obligado.

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