Inspiración del azar

El componente azaroso de la vida, esa sustancia que se mezcla con el resto de nuestros ingredientes diarios, nos llega sin una explicación. El efecto que el azar puede tener sobre nosotros es del más variado, pero ese efecto ya no depende puramente del azar, sino de nuestro transcurrir.

Por eso el presente es una combinación de nuestro pasado y el azar, porque depende del primero la forma en que el segundo entra en nuestras vidas.

Es cierto que hay un componente del azar que es duro, inmodificable, al que yo llamaría destino, pero también hay otro componente blando, no siempre evidente, sutil, que se presenta en forma de oportunidad.

El azar duro se presenta como un revés o una desgracia que suele desanimarnos, retraernos sobre nosotros mismos y nos lleva a preguntarnos “¿qué he hecho para merecer esto?”. Pero justamente uno no ha hecho nada para que el azar duro le toque la puerta, por eso es azar.

Si algo se ha hecho para merecer lo que nos toca, entonces ese ingrediente de la vida no es producto del azar sino de nuestra forma de vivir.

Salvo en el desenlace de la vida, que para quienes quedan puede ser una desgracia, el resto de componentes duros del azar suelen importar una oportunidad, que si logramos procesarla y asumirla, podremos capitalizar como experiencia enriquecedora.

El azar blando en cambio, del que nuestro nacimiento sería la primer ocurrencia, siempre es una oportunidad, aunque no siempre tengamos la capacidad de aprovecharla o siquiera de detectarla.

En general captamos fácilmente los componentes blandos del azar que están relacionados con nuestras inquietudes o preocupaciones. Pero se nos escapan los “detalles” de la vida.

Muchas veces esos detalles entran en nosotros sin que lo notemos, sumándose al voluminoso cumulo de información que acarreamos (y del que me animo a decir que somos incapaces de identificar, ¿quién sabe todo lo que sabe?).

El azar blando es la inspiración, el estimulo necesario para que nuestro fabrica de ideas se ponga en marcha o tome rumbos que no hubiéramos podido imaginar.

Así, el azar es siempre una oportunidad. Depende de nosotros aprovecharla.

Este post iba a limitarse a compartir un texto de Marco Denevy que llego a mi por azar, pero algún otro impulso que no soy capaz de identificar me llevo describir la forma en que se me presenta la realidad.

http://www.socavon.net/mdenevi.htm

Obviamente de este texto tomé el nombre del emprendimiento público que está naciendo, lo hubiera titulado exitus, pero el azar hizo lo suyo, ese blog ya existía. Cuando lo medite me di cuenta que stupere reflejaba mucho mejor el proyecto, reconocernos estúpidos políticos para poder desde allí comenzar a buscar la salida. Exitus es la meta, pero debemos recorrer un largo y áspero camino para alcanzarla.

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